La noción de intelectual comprometida alude a lo que Antonio Gramsci llamaba el intelectual orgánico y Edward W. Said llamaba el intelectual público. En ambos casos se refiere a estudiosos comprometidos con el análisis crítico y con las luchas a favor de las clases y sectores oprimidos.
Liliana, que así la conocen en el espacio de las acciones políticas y comunitarias, no es una académica contemplativa, ni una activista tradicional. No obstante, ha tenido una intensa experiencia en ambos ámbitos. Es seguidora de pensadores inter y trans disciplinarios tales como el puertorriqueño Eugenio María de Hostos, el brasileño Paolo Freire, el colombiano Orlando Fals Borda y de mujeres emblemáticas tales como la peruana Flora Tristán y la puertorriqueña Luisa Capetillo. Estos/as pensadores/as afirmaron que existe una profunda relación entre la educación y la política.
Para Liliana existe una íntima interacción entre la teoría y el activismo lo cual ha matizado la relación entre la investigación y la escritura, y fortalece su compromiso con la educación.
En esta página se dará cuenta de esta dimensión de compromiso social y político de Liliana.
Invitación de Liliana a sus amigos y amigas comprometido/as con la justicia.
“La única revolución que no ha ocurrido en América Latina es la revolución educativa”. Esta provocadora frase de Eugenio María de Hostos da cuenta de la estrecha relación que para el filósofo tenían las nociones de educación y política. Hostos estaba muy consciente de que las revoluciones por la independencia no eran garantía de “emancipación mental”, de libertad. Afirmaba que “quería la independencia porque quería la libertad” es decir la descolonización. Su planteamiento fue radical de dos maneras: primero porque no es euro céntrico, ya que plantea a América Latina como “no meramente parte del nuevo mundo, sino, un mundo nuevo”, por lo cual la educación tiene que crear un nuevo ser humano para habitar un mundo nuevo. Esto implica “nuevos currículos, nueva lógica, nueva pedagogía”. Segundo, porque exige romper totalmente con el pasado colonial el cual “debe verse como algo extranjero, no nuestro” (Santos Vargas, 1991). Lo anterior evidencia el carácter político de la educación.
En el siglo XIX la figura emblemática pública símbolo de la liberación fue el soldado que luchó por la independencia nacional, (Bolivar). En el XX fueron lo/as guerrilleros que hicieron las luchas anticoloniales (Guevara), en el XXI, sostengo, que serán lo/as maestro/as que propiciarán una democracia radical y participativa. No me refiero sólo a los maestros de planta en los centros educativos, sino a los miles educadores/as, con cualquier ocupación, y preparados para impartir una educación liberadora en cada esquina del país.
Sostengo que es necesario y resultaría muy provocador, explorar la convergencia de estos tres procesos en la obra de Hostos, democratización, participación y educación liberadora, a la luz de las nuevas visiones de gobernabilidad que nos habitan y estimulan. De una parte, el contrapunteo teórico con la obra del educador Paolo Freire es una forma de generar preguntas interesantes. De otra parte, el contrapunteo con el trabajo sociológico, docente y como intelectual pública/activista, propiciará la puesta al día de algunos argumentos de Hostos y Freire. De manera que contribuirá a verificar la vigencia de muchos otros. Les invito a este diálogo.

Marcha inaugural I Foro Social EU, Atlanta

CIDECI Universidad de la Tierra, Chiapas

Taller de síntesis de comprimisos y acciones: II Foro Social EU, Detroit